6.- "El nuevo Presidente de Cundinamarca, don Antonio Nariño, era partidario del establecimiento de un gobierno central y en esta posición se mostraba inflexible. Se expresaba en La Bagatela, periódico que siguió redactando, por algún tiempo, desde el poder. Su proyecto tenía muchos defensores pero también muchos enemigos que defendían la línea federalista. La oposición, que se componía de hombres respetables por su ilustración e influencia, contestaba con franqueza, por la prensa, en folletos y en hojas sueltas, al periódico del Presidente, porque la Constitución garantizaba la libertad de imprenta. Se marcaron más, por entonces, los dos partidos que iban a producir la guerra civil: los centralistas o nariñistas, y los congresistas o federalistas.

 

"Nariño opinaba que la provincia de Santa Fe debía comprender los corregimientos de Mariquita, Neiva, Tunja, Socorro y Pamplona y que, luego de que se uniesen a ella, Cundinamarca entraría en la confederación de las provincias.

 

“Para realizar esta idea empezó a obrar con actividad; parte de la provincia del Socorro, el cantón de Leiva, Timaná y Purificación admitieron la autoridad del Presidente; el Socorro quiso resistir sujetando por la fuerza a algunos cantones disidentes y Nariño envió soldados para dominar la situación, lo que dio por resultado que el Socorro se uniera a Cundinamarca, junto con otros pueblos.

 

ANTONIO BARAYA
ANTONIO BARAYA

"Para conseguir la agregación de Tunja, el Presidente de Cundinamarca mandó tropas a órdenes de Antonio Baraya (que había sido llamado del sur) so pretexto de defender los valles de Cúcuta de la invasión española por Maracaibo; aquel jefe llevaba instrucciones de detenerse en Tunja, dividir la provincia y desorganizar el gobierno; pero el Gobernador Juan Nepomuceno Niño y los habitantes importantes se opusieron, Baraya no apeló a la fuerza, se fue a Sogamoso, y obtuvo que este cantón se uniera a Santa Fe.

 

”Cuando se supo la unión de algunos pueblos a Cundinamarca y los medios empleados por el Presidente para obtenerla, se elevaron enérgicas protestas. Nariño se limitaba a publicarlas en la Gaceta, pero los partidos comenzaron a exaltarse y el mandatario, temiendo una revuelta, inició negociaciones con los comisionados de los diputados que estaban en Ibagué: se acordó la pronta instalación del Congreso instituido en el Acta de Federación de las Provincias Unidas de la Nueva Granada y el reconocimiento del Estado de Cundinamarca con las agregaciones ocurridas hasta la fecha del convenio. La diputación ya sabía que el Gobernador de Tunja se preparaba a abrir operaciones contra Nariño porque Leiva, Chiquinquirá y Muzo se habían unido a Cundinamarca y, con este conocimiento, ratificó el pacto, condicionando la aprobación a que la provincia de Tunja las consintiera; Nariño no aceptó esa condición.

 

”Un acontecimiento agravó más el estado de las cosas. Baraya, que estaba en Sogamoso con su tropa, escribió a Nariño manifestándole que convenía tratar de que se reuniera el Congreso para acabar las divisiones intestinas; enseguida convocó a sus oficiales y les dijo que se había decidido a cooperar a la instalación del cuerpo soberano, de acuerdo con lo consignado en el acta federal y que entretanto se ponía al amparo del gobierno de Tunja y desconocía las órdenes del Presidente de Cundinamarca. Los oficiales aceptaron lo propuesto por su jefe, los soldados siguieron el ejemplo de sus superiores y el gobierno de Tunja concedió ascensos a la oficialidad cundinamarquesa.

 

”Los diputados reunidos en Ibagué, en presencia del peligro de la guerra civil, nombraron una comisión de la que hacia parte don Camilo Torres, para que se trasladara a Tunja, mediara y transigiera las diferencias suscitadas; la mediación fue inútil: Tunja reclamaba los pueblos que se habían unido a Cundinamarca, y Nariño pedía la tropa armada que al mando de Baraya defeccionó en Sogamoso. Los partidos llegaron al colmo de la exaltación y se increpaban mutuamente los males de la patria.