VII. GUERRA  PRECURSORA DE LA CONSTITUCIÓN DE 1886.

  En la guerra civil de 1876 - 1878, se produjo la división entre los liberales radicales y los liberales independientes.                                        Rafael Núñez, liberal indepen-diente, canalizó el movimiento de la Regeneración, que cambió la situación política colombiana a fines del siglo XIX. En sus intervenciones ante el Congreso Nacional, Núñez recibió la constante oposición del radicalismo, que combatía sus aspiraciones presidenciales. 
    El 1 de abril de 1878, en el discurso de posesión del presidente Julián Trujillo, Núñez esbozó en una frase muy significativa la problemática del país y las bases de un gran movimiento que culminaría con la organización política de la nación: «Hemos llegado –decía - a un punto en que estamos confrontando este preciso dilema: regeneración administrativa fundamental o catástrofe».
     Los principios básicos de este gran movimiento los expuso Núñez en el Senado, el 30 de mayo de 1878, cuando expresó que la Regeneración “es la política del orden y la libertad, fundada en la justicia. Es la política de la justicia fundada en la práctica religiosa y leal de las institucio-nes”. Alrededor de Núñez se consolidó un grupo político de liberales independientes que, en varias oportunidades, se unió a los conservadores para llegar al poder. 
   El positivismo spenceriano de Núñez se unió al tradicionalismo de don Miguel Antonio Caro. De esta unión política e ideológica surgió el movimiento de la Regeneración.  
    En el año 1884, Rafael Núñez ganó las elecciones contra la oposición radical; fue su segundo gobierno. 
     A Núñez le correspondió afrontar la guerra civil de 1885, promovida por el liberalismo radical para derrocarlo a él y a la Regeneración. 
    Una disputa en las elecciones para Presidente del Estado de Santander, entre el general Solón Wilches, y el general Eustorgio Salgar, quien simpatizaba con la política de Núñez, a pesar de su radicalismo, incendió la chispa de la guerra civil, localizada, por el momento, en aquel Estado. 
     El Presidente Núñez intervino: Basado en la Ley de Orden Público expedida por el Congreso durante su primera administración, mandó a Bucaramanga una comisión de mediadores y, detrás de éstos, un batallón de la Guardia Colombiana.  
     Los liberales radicales acusaron a Núñez de aniqui-lar la soberanía del estado y de violar  la neutralidad del Gobierno Central, y se unieron para combatirlo.   
     Al cabo de algunas maniobras políticas, se produjo el levantamiento del general Daniel Hernández, y los alzados en armas invadieron el Estado de Boyacá, donde había un gran parque del que proyectaban apoderarse. 
     Mientras tanto, y quizá en concierto secreto con los radicales santandereanos, un joven guerrillero, Ricardo Gaitán Obeso, se había alzado en armas en Guaduas (Estado de Cundinamarca) y, luego de tomar la ciudad de Honda, donde incautó el ferrocarril y todos los buques de vapor hallados en ese puerto fluvial, concluyó por apoderarse, en acción relámpago, de todo el río Magdalena, incluida Barranquilla. 
   De allí en adelante, el alzamiento se fue exten-diendo a casi todos los Estados de la "Unión", aunque con resultados adversos a su causa. 
    Los radicales estaban comandados por los gene--rales Gabriel Vargas Santos, Ricardo Gaitán Obeso y Daniel Hernández; y los conservadores, por los generales Marceliano Vélez, Leonardo Canal, Manuel Briceño, Rafael Reyes y otros, aprobados por los liberales independientes. 
    Los combates más importantes fueron los del Río Sonso, Santa Bárbara de Cartago, Cartagena, La Humareda y El Salado. La guerra se generalizó en los estados de Boyacá, Santander, Antioquia, Cauca, la Costa Atlántica, Panamá, Tolima, Cundinamarca y otras regiones. 
    En el Tolima, los revolucionarios cayeron vencidos en "Cachoya", y en "Los Cogotes", dos leguas al sur de Neiva, por el general conservador Manuel Casabianca.  
   En el Estado del Cauca, el general Eliseo Payan, adicto y leal a la causa de Núñez, y Presidente del mismo Estado, les propinó una gran derrota a los revolucionarios, en la batalla librada en Santa Bárbara de Cartago (febrero 23/85).  
    Mientras tanto, los promotores de la revuelta, los santandereanos, faltos de pertrechos, porque el parque de que esperaban apoderarse en Tunja se les escapó de las manos, terminaron por disgregarse sin que ninguna acción bélica decidiera a fondo la situación de su Estado.  
    El general Salgar se dirigió a Venezuela, por la vía del Meta, y su rival, el general Solón Wilches, se fue por el Magdalena, con todo su estado mayor - Foción Soto, Vargas Santos, Sergio Camargo - para incorporarse al ejército de Gaitán Obeso, que se empeñaba en sitiar a Cartagena, patria del Regenerador, y cuya toma y rendición se estimaba como el símbolo de la venganza contra éste. 
    Los días 7 y 8 de junio de 1885, los revolucionarios fracasaron en su último, sangriento y temerario asalto a las murallas de Cartagena y el 17 de junio siguiente, se produjo su pírrica victoria en la batalla fluvial de La Humareda, en la que sus pérdidas fueron tan grandes que les resultó imposible continuar las operaciones.  
    El propio jefe de la rebelión murió en esa terrible carnicería. Su secretario, José María Vargas Vila, huyó a los Llanos del Casanare, donde el general Gabriel Vargas Santos le ofreció hospitalidad y refugio. Allí escribió su obra "Pinceladas sobre la última revolución de Colombia”. 
     Con esta acción, terminó la guerra civil de 1885.El Presidente Núñez declaró que la Constitución de 1863 había dejado de existir, y el país empezó a reorganizarse sobre nuevas bases. 
    "La nación colombiana, dijo la nueva Constitución en sus artículos primero y segundo, se reconstituye en forma de República unitaria. La soberanía reside esencial y exclusivamente en la Nación y de ella emanan los poderes públicos, que se ejercerán en los términos que esta Constitución establece".